jueves, 24 de noviembre de 2011

Te quiero,  pero no lo digo,
tal vez con unas galletitas y un poco de miel,
Té extraño,
tomarlo con unas amigas, una tarde de primavera,
Té espero,
pues no comparto tal sazón desde hace un tiempo.
Es sublime tal momento,
Té amo,
en los soplos de pausa del día.
 sueño,
con tasitas de porcelana, y cucharitas de plata,
Té, pienso en silencio,
Con una porción de tarta de manzanas y jalea.
en momentos de tranquilidad,
Té que no llega,  pero llegará,
para el tiempo en que más lo necesite,
Té,  que anhelan las señoritas
de palacios y comarcas,
de salas, y patios de caña,
Té que solo yo he visto, en mis sueños,
pero que existe en un lejano pueblo.
Intentando asirlo,  se fue de mis manos,
Tal vez lo encuentre en alguna ocasión,
Ya será real, y no mera  imaginación
con cubitos de azúcar  y  saquitos de papel,
una mesa redonda y un blanco mantel.

Este poema  habla del amor de una joven hacia su amado, expresa en estos versos  sus mas internos sentimientos,  lo quiere, lo extraña, lo espera, lo ama, lo sueña, lo piensa y anhela encontrarlo, pero si lo leemos sin tomarle atención,  creeremos que lo que ella espera es reunirse con amigas a tomar el té,  no tiene el valor para manifestarlo, y de esta forma se da cuenta que él  tiempo pasa, y pierde la oportunidad de caminar su vida junto él. Al leerlo me recuerda cómo  en bastas ocasiones, no he dicho a Dios lo que sentía claramente,  en nuestra vida sigue pasando el tiempo, nos olvidarnos del amor más grande y puro que jamás podrá ser reemplazado.
  Jesucristo,  lo dio todo por amor,  fue capaz de dar su vida por  la humanidad,  pero estamos siendo indiferentes y mal agradecidos ante tal regalo que nos fue dado por gracia, no lo expresamos con nuestra vida, con nuestras palabras  y cuantas veces hacemos a un lado el loor, la alabanza, la honra, la obediencia, la santidad, la honestidad, la sinceridad, el respeto, el temor, la devoción, que nuestro Dios merece recibir de nosotros,   disfrazamos la santidad, y solo le damos  parte de lo que en realidad podríamos entregar, siendo que él es el autor de nuestra salvación, nos permitió una estrecha relación con nuestro padre,  la vida abundante y  eterna,   la interminable libertad,  que hoy podemos disfrutar.  
 El es nuestro amado,  quiere estar  con nosotros en cada ocasión de nuestra vida, quiere ser parte de nuestro caminar, de un andar diario, de una amistad que no se agote con el pasar del tiempo,  ese es su más grande deleite,  dio su vida por aquellos que llama amigos, somos el fruto de su aflicción y en nosotros está su contentamiento,  y simplemente lo dejamos afuera de nuestros intentos,  o nuestras posibles soluciones, no consultamos con él, no le entregamos en sus manos nuestras batallas, nuestros miedos, nuestros gigantes a vencer. Desinteresadamente ante tal entrega, decidimos armarnos con nuestras estrategias, y enfrentarnos cada mañana a la vida, pero al terminar el día, nos encontramos exhaustos, cansados, agobiados, y confundidos, de tal forma que solo  deseamos volver a nuestra habitación y dormitar en un largo e  interminable sueño.  En ese círculo se mueve nuestra vida.  Es hora de despertar, y darle a Dios el lugar que se merece, en nuestro corazón, y demostrar con nuestra vida, cuanto le amamos. Un himno siempre me recuerda que…
“en mis angustias me ayuda Jesús, sobre mi alma derrama su Luz, todos los días consuelo me da, cada momento conmigo el esta, cada momento me guardas señor, cada momento en tu gracia y tu amor, vida abundante yo tengo en ti, cada momento tu vives en mi …en mi angustia al señor mirare y cada momento salvada seré…”



1 comentario:

  1. Hola, Melisa, me encantó el poema, y también lo que escribiste en la entrada. Tu blog está muy bueno, voy a seguir leyendolo. Un saludo.

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