lunes, 24 de octubre de 2011

Cuando el Capitan toma el control. El barco toma el curso adecuado.

A veces las cosas que nos pasan,  no son como esperábamos que sucedan, la única razón que he encontrado es que nuestros pensamientos no son los de Dios, él, como un amoroso padre, siempre querrá lo mejor para nosotros y de una manera u otra nos aclarará la vista para que en  aquellos momentos en los cuales no encontramos salidas podamos ver un claro en el bosque. Lo cierto es que desde las alturas la vista se disfruta con mayor claridad, y desde allí  se ven los obstáculos que vendrán en la distancia de manera que la solución ya se presenta antes de llegar a enfrentarse con aquel obstáculo. Muchas veces Dios nos advierte de estos lugares de perdida y fracaso pero no queremos oír  la voz a tiempo, y simplemente nos guiamos por nuestra experiencia antes de tomar el camino que se nos indico, al momento en que nuestro Creador, ve que se esta cambiando el curso de marcha,  entonces realiza en nuestra vida cambios que para nosotros son difíciles de aceptar,  nos cuestan lagrimas y momentos de incertidumbre,  pues en nuestra vista todo acaba allí, pero en su plan maestro esto era necesario para lograr el propósito que  se tenía ya designado con  anterioridad, de manera que estos momentos nos demuestran que Dios aun está con nosotros que él es quien guía tu curso, como capitán,  tomara el timón y lo moverá hacia el curso correcto. Hay circunstancias que al presente no  parecen causa de gozo, preguntamos ¿por qué suceden?,  la duda irrumpe en el silencio y solo nos queda callar porque la respuesta es clara,   es en estos acontecimientos, en las cuales somos sometidos a la escuela de Dios, para que allí  se moldeen las cualidades más valiosas de un carácter, que luego pueda ser el reflejo Jesús.

Aprendí que si algo te detiene es porque es un obstáculo,  y en una carrera los obstáculos se saltan y dejan atrás para seguir adelante aunque cueste mucho ver qué cosas nos están haciendo detener es posible pedir la guía de Dios para que él sea quien nos dé la sabiduría para alcanzar el propósito que Dios tiene para cada uno. Pero nunca olvides, sus pensamientos son  más grandes que los nuestros.

jueves, 6 de octubre de 2011

ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ


Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro. Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua."¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.Y tú, ¿cuál de los tres eres? – (por Delta Alcocer)