domingo, 24 de agosto de 2014

¡Lázaro sal fuera!


Pienso en las veces en las que estuve sepultada, así es justo como hoy me sentía. Te levantas, miras el sol, y aunque todo parece fluir normalmente afuera, la vida ya no tiene tanta lógica como siempre la tuvo, esa esperanza que te abrazaba ya no está. 

Es evidente que las situaciones que nos atraviesan, no solo golpean con fuerza en nosotros, sino que también arrasa con el contexto, familiar y  social que nos rodea.
 Para los que te ven de afuera, ¡tú situación huele tan mal! que no se atreverían siquiera a abrir la piedra que dejaría a luz, la terrible y dura condición en la que te encuentras. Incluso los que bien te conocen, saben que por más que se pueda hacer algo, ya es demasiado tarde. Solo queda lamentar y olvidar, para que la vida continúe. 

La pregunta que  Jesús  le  realiza a Marta,  ¡me suena ahora tan personal!, - ¿no te dije que si crees veras la gloria de Dios?, -generalmente sabemos que Jesús hizo muchos milagros, hemos oído de él, tenemos libros en la biblioteca,  lo escuchamos en la radio, lo oímos en la calle, se  habla mucho de él, pero cuando llegamos a estar dentro de un sepulcro, en el que todo parece haber terminado,  Jesús nos recuerda, Sabes que puedo hacer muchas cosas, pero ¿Crees?.

Saber y creer son dos realidades muy distintas. Tener mucho conocimiento  sobre algún campo en particular, te envanece. Pero la fe, tener la plena certeza que aquello que esperas ocurrirá, te da la posibilidad de vivenciar, la gloria de Dios. Porque si ya ves lo que esperas, no sería fe, ¿Por qué esperarlo?, pero aquello que aún no llega con paciencia lo esperamos, se puede vivir, y se puede morir por la fe.
No basta solo con que sepas mucho de “Dios” o seas uno de los mejores amigos de Jesús, y aunque creas ya haberlo visto todo, o intentado todas las alternativas, Jesús es alguien sobrenatural,  va más allá de las barreras naturales. 
Lo mejor sería que te sentaras a esperar  que realmente seas sorprendido por Dios, y no levantar bandera blanca, Si realmente creyéramos, y no solo conociéramos, entenderíamos que aquel que es hijo de Dios, y tiene a Jesús viviendo en su corazón, puede decir con toda plenitud, y certeza de fe! Todo lo puedo en Cristo, porque él es quien me fortalece, la simiente espiritual del hijo de Dios, reina en nuestros corazones, y eso nos hace ser humanos, con una realidad terrenal distinta  a la de los demás, la obra de Jesucristo nos dio la oportunidad, no merecida de ver las glorias de Dios. 

Jesús tiene el poder para gritar con todas sus fuerzas, ¡Ven afuera,! y Cambiar en un instante la situación en la que te encuentras, aunque ya parezca ser la definitiva. Saldras de la tumba, tal vez con las vendas, las cuales Jesús podría haber hecho desaparecer, junto con la realidad previa,  pero serán la prueba y la señal de que  justo antes de que el te encuentre, te hallabas muerto.

"Jesus, luego de llorar mi muerte, el pecado que me alejo de él, me resucitará a una vida nueva. A esa vida que ahora fluye, y salta, como las corrientes impetuosas, y traer vida eterna, no solo a mí, sino también a aquellos que me rodean, no porque yo tenga algo especial, sino porque Jesús el hijo de Dios, ahora estableció su habitación en mi corazón, y puedo compartir sus riquezas espirituales y su poder me ha sido dado para manifestar su presente reino".